jueves, 29 de octubre de 2009

La teoría del caos


De pequeña, mi madre decía que no jugase con los granos de café, que algún día se escaparían de mis manos y mancharía todo, que cualquier día me resbalaría intentando alcanzarlos de la ultima repisa del estante de arriba de la alacena...

De pequeña, volvía del colegio y me sentaba en una pequeña silla de madera, acomodada a mi altura, bajo la encimera de la cocina, en el hueco que años después ocupó el lavavajillas, escuchaba a mi madre cocinar y jugaba con los cables que cruzaban el techo que me cubría. Mi madre decía que no jugase con los cables, que cualquier día...

De pequeña, me gustaba meter las manos en el bol de las lentejas , sentirlas entre las manos, hacer pequeños montoncitos en la encimera y volver a juntarlos para hacer una gran montaña. Mi madre decía que en vez de eso buscase las que estaban podridas y las separase, que con la comida no se juega y cualquier día...

También, de pequeña, me gustaba ver como mi madre pelaba la fruta, especialmente las manzanas, incluso puedo decir que lo mas emocionante era ver como no partía la monda ni una sola vez y el resultado era una perfecta espiral rojiza o verde. Mi madre me decía que no acercase mi cara tanto porque podría herirme con el cuchillo, algun día...

Cada vez que bajabamos al parque, de pequeña, me gustaba cruzarlo corriendo hasta el tobogán, absurdamente ese tobogán quemaba cuando bajabas a toda velocidad, pero me encantaba. Para llegar hasta el, pasaba fugazmente frente a los columpios. Mi madre me gritaba que dejase de hacer eso, que cualquier día podria abrirme la cabeza...

Cazando lagartijas, de pequeña, usaba tarros de cristal pues eran rapidas y ágiles y se escapaban con facilidad. Si lo intentaba con las manos solo conseguía cazar el rabo. Mi madre me decía que podría cortarme con el frasco, algun día...

Parece haber algún tipo de orden en el universo. En el movimiento de las estrellas y el giro de la Tierra y el cambio de estaciones. Cada uno toma su postura, afirma su verdad y sus sentimientos. Equivocando los motivos de los otros y el suyo propio.

Un día resbalé y caí de la banqueta derramando todos los granos de café, desde entonces solo se compra molido.

Otro día tiré de uno de los cables y mi cocina se inundó, entonces el hueco se ocupó y perdí mi escondrijo.

El día que se me prohibió tocar las lentejas, fue porque jugué tanto con ellas que acabé pintandolas con los plastidecor.

La monda de manzana mas perfecta se cortó a la vez que uno de mis dedos, la monda era roja y la manzana verde.

Solo recuerdo ver el tobogán al otro lado, lo demás es una cicatriz sobre mi ceja como recuerdo, desde entonces rodeaba tras los columpios el parque.

Era la lagartija mas enorme que vi en mi vida, no podía dejarla escapar, asi que me emocioné tanto en mi caza que en vez de dar contra la tierra el frasco chocó contra el suelo de piedra. Siempre recordaré como duele cortarse la yema de un dedo.

A fin de cuentas, todos somos una parte de un todo mucho más grande que nos integra, todos llevamos dentro el caos y el orden, la creación y la destrucción. Todos somos al mismo tiempo víctimas y responsables de nuestra propia vida.

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