jueves, 11 de marzo de 2010

Cuando el tiempo se para


Aun dormía en ese cuarto, pegada a la pared que desprendía una sensación fría en comparación a la que la colcha tremendamente pesada de la cama me hacía sentir.

Y ese despertador sonó, 7:35 a.m , aun no entiendo porque decidí que esa era una buena hora... pensándolo bien no tiene ningún sentido, todo el mundo tiene alarmas que suenan en los cuartos exactos! ¿porque me complico tanto?Un día mas.

Hoy hay examen de biología. Se que no he estudiado nada, así que estoy tranquila, bueno en realidad finjo estar tranquila porque se que suspenderé la asignatura. El profesor tampoco pone mucho de su parte, se cree que somos estudiantes de universidad. Además eso de que sude a mares su camisa y escupa cada vez que habla no hace las clases muy agradables como para prestar atención.

Voy a salir de casa porque ya es demasiado tarde, pero recuerdo que he olvidado el reloj sobre la mesilla. Tampoco supone mucho trastorno, mi cuarto está al lado de la puerta de salida de casa. Regreso y me coloco el reloj, frunzo el ceño al comprobar que marca las 7:40 . Una de dos: o soy como flash y hice mil cosas en cinco minutos o mi reloj se ha parado. Opto por la segunda.

Siempre que mi reloj se para se me pone un nudo en el estomago.

Por fin cojo el autobús, miro el reloj absurdamente para comprobar que voy en hora. Si, soy tonta. Me recreo mirando por la ventana, en esa época del año no hay mucho que ver, es jueves así que lo único diferente es ese mercadillo que ponen cerca de un colegio por el que pasa el autobús, pero aun lo están montando y solo son hierros.

El teléfono, la melodía es un midi de Kill Bill que ni resulta reconocible. ¿Quien me llama a esas horas? Me extraño y preocupo al mismo tiempo al ver el nombre de Maama en la pantalla. Rápidamente acepto la llamada.

Pregunta donde estoy y le digo que acabo de pasar la gasolinera, que ya casi llego al instituto. Me dice que no mire. Yo pregunto el que y no responde, vuelve a repetir que no mire. Desvío mi vista al reloj y el nudo se vuelve mas apretado. Me cuelga...

Al bajar del autobús las lágrimas no pueden parar de salir, algunas personas me miran como si estuviese loca otras, hacen gestos sabiendo lo que me sucede y compartiendolo.

Saco el móvil y aprieto la tecla para llamar al ultimo contacto. Da tono... suena tres veces hasta que acepta mi llamada.

-He mirado