Hace ya algunos años, un amable caballero le regaló a una niña una naranja
-¿En que mano sostienes la naranja?
-En la derecha!- contestó la niña sin duda alguna, viendo como sostenía esa brillante fruta.
-¿Estás segura?Mira el espejo¿En que mano está la naranja?
-En la izquierda... -Confesó la muchacha un tanto confusa, al ver refutada su tan obvia respuesta.
-¿Como se explica esto?
-Si yo estuviera al otro lado del espejo, ¿no es cierto que naranja seguiría estando en mi mano derecha?
Y así, atravesando el espejo la niña atravesó el umbral de su propia niñez.
El mundo que le espera al otro lado es, a su vez, igual y radicalmente distinto al suyo propio.
Algún día Alicia, tendrá que dejar de ser una niña.
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